La biodiversidad vegetal tiene que estar bajo el control de las personas que cultivan y consumen los alimentos, es decir en manos de la ciudadanía; nunca en manos de las multinacionales y de los gobiernos serviles de estas empresas. El papel que cumplen universidades y otros centros de investigación es positivo pero no tienen que olvidar al servicio de quien están.
Los principales protagonistas de la conservación de la biodiversidad agraria y cultural deben de ser:
1. Agricultoras/es (profesionales o aficionados/as), intercambiando material genético, y cultivándolo en sus parcelas para mantener activo este proceso de selección.
2. Los consumidores y consumidoras, exigiendo diversidad y rusticidad en su cesta.