LAS SEMILLAS

“El 75% de las variedades agrícolas del mundo se perdieron entre 1900 y 2000” según la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO).

Este fenómeno, denominado erosión genética por la reducción de biodiversidad que supone, es una consecuencia de la substitución de los cultivos agrícolas propios de cada territorio por un número limitado de variedades agrícolas de interés comercial en todo el mundo.

Sin semillas, no hay agricultura. Desde los inicios de esta actividad, hace más de 10 000 años, los agricultores y agricultoras seleccionan los mejores granos de sus cosechas para volverlos a sembrar, intercambiarlos o venderlos a sus vecinos/as. Así favorecen, dentro de las variedades de las que disponen, las plantas que dan respuesta realmente a sus necesidades y a los hábitos alimentarios de las poblaciones locales. Gracias a esta selección, estas variedades van evolucionando a lo largo de las temporadas para adaptarse mejor a los suelos de sus diversos terruños y a los cambios climáticos. Estas prácticas llevan así hacia una mejora constante y una diversificación de la biodiversidad cultivada.

El acceso y la selección de las semillas, pero también la posibilidad de producirlas, conservarlas, utilizarlas, intercambiarlas y venderlas son los principales desafíos para los agricultores y las agricultoras. Sin embargo, actualmente cada vez más hay más privaciones de estos derechos en beneficio de poderosas multinacionales de semillas. Por esta razón, los movimientos campesinos y otras organizaciones de la sociedad civil luchan por el reconocimiento del derecho a las semillas como un derecho fundamental, con el valor jurídico de derecho humano.

Desde Llavors d’ací, junto con otras entidades (Redes de semillas locales, la Red de Semillas Estatal y otros colectivos que trabajan la biodiversidad) promovemos el uso de semillas libres, sin patentes ni derechos comerciales, como un bien común que ha pertenecido a las personas y ha sido creado y compartido de forma libre por agricultores y agricultoras de todo el mundo.

Nuestra asociación recupera estas variedades locales, las multiplicamos, las conservamos y las prestamos a las personas socias (también al público general de forma puntual y en los actos que realizamos), con el objetivo de promover no sólo su cultivo, sino también su consumo.